Las explosiones registras en la empresa afectada, probablemente debido a la colocación de petardos de gran potencia, se produjeron los días 15 y 17 de septiembre de 2007 en el polígono de la venida de Sant Joan, a la salida de Eivissa. El afectado denunció que en ambos casos se produjeron daños en los ventanales de su taller, desperfectos que, según su estimación, superan los mil euros.
Un testigo que apuntó la matrícula de un coche que fue visto por las inmediaciones tras la primera de las detonaciones llevó a la denuncia contra los dos hermanos.
Ambos, que tuvieron que sentarse ayer en el banquillo del Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa para enfrentarse a dos años de cárcel por estos hechos, negaron cualquier acción violenta contra el afectado y atribuyeron todo a meras coincidencias.
Así, uno de los acusados señaló que se siente «chivo expiatorio» como consecuencia de una supuesta deuda de cinco millones de pesetas (30.000 euros) que dijo estar impagada y que procedía de haber mediado con el afectado en 2004 en la compraventa de una nave industrial valorada en cien millones de pesetas (600.000 euros). Todo esto coincidió con la circunstancia de que el otro hermano solía ir a recoger a su mujer muchos días a la salida de su trabajo en un hipermercado de la zona y para ello dijo usa el vehículo cuya matrícula se anotó. El juicio tuvo que suspenderse para que pudiera declarar otro testigo que se considera de importancia.
Una supuesta amenaza con prender fuego a las instalaciones
El denunciante aseguró que sus sospechas estaban también fundadas en unas supuestas amenazas que el intermediario en la operación de compraventa de la nave formuló, según su versión, dos años antes, cuando fue a reclamarle el dinero de la comisión. «Hubo que llamar a la policía. Llegó muy violento y me dijo que iba a meterle fuego a la nave», declaró el afectado. «Lo único cierto es que nadie se ha querido hacer cargo de la comisión», señaló uno de los acusados.