Todos los años se producen algunas noticias que, pese a quedar registradas en las páginas de Sucesos, tienen su dosis de humor. Una de las noticias más extrañas de este año fue el caso del dromedario en la gasolinera. El 4 de septiembre por la noche, domingo, los clientes de la gasolinera situada en la entrada a Eivissa por la avenida de Santa Eulària no daban crédito. Había que frotarse los ojos y volver a mirar, porque entre los coches que estaban repostando se paseaba un dromedario. No era un sueño: algunos registraron el fenómeno con las cámaras de sus teléfonos móviles.
Lo que había pasado es que el dromedario se escapó del Circo Roma. El manager del circo, José María Canal, sospecha que fueron «activistas» los que liberaron al animal, ya que ese mismo día pero unas horas antes, a las cinco de la tarde, algunos trabajadores del circo vieron cómo dos personas intentaban rescatar a los animales. Además, la semana anterior «unos gamberros», según Canal, soltaron a dos dromedarios y dos ‘ponies'. En ninguno de los dos incidentes hubo heridos. En poco tiempo los responsables del circo lograron recluir de nuevo al dromedario.
Una tarde de agosto, cuando en la Isla los cacos hacen su particular temporada, dos personas pescaban tranquilamente en Cala Pada cuando se les acercó, para deternerlos, la Guardia Civil. Los pescadores, de nacionalidad marroquí, llevaban encima dos teléfonos móviles robados ocho horas antes. Uno de estos aparatos era I-Phone 4, con GPS incorporado. Durante el tiempo que el móvil estuvo sustraído se hicieron dos llamadas a Marruecos. El teléfono fue sustraído de un vehículo estacionado en Cala Pada. Su propietario fue al puesto de la Guardia Civil y, cuando cursaba la denuncia, advirtió de la posibilidad de localizarlo gracias al GPS. Con un ordenador se conectó con la señal del móvil y dio con su posición. Los dos sospechosos negaron el robo y, en el juzgado, fueron acusados de un delito de receptación. Fueron condenados a cuatro meses de cárcel.
Avatar o pitufo
En septiembre, la Policía Local de Eivissa detuvo a un joven de 27 años que, como uno de los personajes de Avatar, célebre película de James Cameron, ocasionó molestias de varios tipos en la librería de Vara de Rey y terminó a puñetazos y patadas con los agentes. R.V., natural de Rumanía, compareció ante el juez de guardia acusado de un delito de atentado.
En su declaración se definió como «artista» y, después de aclarar que él no consumía estupefacientes ni bebía nada, precisó que el disfraz que había elegido era el de ‘pitufo'.
Este año también ha demostrado hasta qué punto se agudiza el ingenio a la hora de traficar con droga. La policía de Eivissa abortó en Valencia el traslado de 180 kilos de cocaína que llegaron a España entre un cargamento de alcachofas. Otro hombre fue arrestado en la Isla cuando fue a recoger un cargamento de droga oculto entre material de buceo. Mucho más dramático fue el caso de una mujer colombiana que trasladó de Eivissa a Formentera medio kilo de cocaína en la vagina. El paquete reventó y la mujer estuvo a punto de fallecer.
Tirarse al mar para no ‘soplar'
Un caso llamativo fue el de un joven británico de 34 años de edad que el 7 de junio se dio a la fuga cuando, sobre las 7,20 horas de la mañana, se topó con un control de alcoholemia señalizado de la Guardia Civil de Tráfico en la carretera de Sant Antoni. En vez de detenerse aumentó la velocidad y huyó, por lo que se estableció un dispositivo de localización. Fue encontrado en la carretera que enlaza la autovía de Sant Antoni y la vía de Sant Josep, a la altura de ses Païsses. Allí se le dio de nuevo el alto, pero giró en dirección contraria y huyó otra vez. Avanzó dos rotondas en dirección contraria, de forma que obligó a varios conductores a orillarse para no chocar con él. Chocó y derribó una señal de tráfico. Se estableció un segundo dispositivo de localización y se dio con él en la playa de s'Arenal. Allí, acorralado, salió del coche, un Ford Focus de alquiler, y no se entregó a los agentes, sino que se lanzó al mar. Hubo que avisar a los submarinistas de la Guardia Civil, que rescataron al británico y lo pusieron en manos de Tráfico. Ya capturado, se negó a ‘soplar'. Tras dos noches en el calabozo, el juez de guardia lo envió a prisión con carácter provisional.