Lío de vecinas en sa Penya que ha acabado con una de ellas jugándose cuatro años de prisión por supuestamente sustraer a la otra, junto con dos esferas de barro, una escultura de 30 kilos que ésta tenía en el balcón de su casa, colindante con el de la sospechosa en la calle Miranda.
La denuncia se interpuso tres años después de la sustracción, fecha en la que la perjudicada vio unas fotos por internet en la que se publicitaba el alquiler de una casa con las imágenes de la pieza que había perdido, un torso de cerámica esculpido por una residente alemana. «Tenía un gran valor sentimental para mí porque me la regaló mi mujer por mi cumpleaños», explicó el marido de la denunciante.
La acusada, sin embargo, aseguró en el juicio, celebrado ante la juez Martina Rodríguez, titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa, que ha sido víctima de un «montaje» después de muchos años de diferencias con su ex vecina.
Vida imposible
«Me persigue y me acosa. Llevo siete años intentando irme de la Isla pero me hacen la vida imposible e, incluso, han entrado en mi correo electrónico. Es un boicot continuo», señaló. Ésta aseguró que todos los problemas venían derivados de los intentos repetidos del matrimonio por adquirir su inmueble sin conseguirlo. Este extremo fue negado por la pareja.
La sustracción de la citada escultura, junto con las dos esferas, por cuyo conjunto se pide una indemnización de 6.000 euros, tuvo lugar en octubre de 2007.
Según los perjudicados, ello sólo pudo hacerse aprovechando que ambos estaban de viaje y escalando desde el balcón de su vecina.
Enseguida sospecharon de ésta pero no hallaron ninguna prueba. Al respecto, el marido reconoció que llegó seguir el camión de mudanzas que en diciembre de 2007 se llevó los enseres de la vivienda al nuevo domicilio al que se trasladó la acusada. Fue precisamente cuando ésta anunció por internet el alquiler de su último piso cuando se descubrió todo.
«Casualidad»
«Me encontré con la imagen de forma casual. Buscaba información de casas de alquiler y, de pronto, vi la escultura en una de las habitaciones que se mostraban. Confirmé todo al ampliar la foto y luego, incluso, pedí más datos mandando un mensaje a la dirección que figuraba y ésta me respondió con más fotos», resaltó la denunciante.
Por su parte, la acusada indicó que dichas imágenes tenían que haber sido necesariamente trucadas. «Ni siquiera la hamaca bajo la que parecía la estatua era mía», afirmó.
«Me hicieron cerrar mi taller de artesana»
La versión de la acusada en este esta caso es que todos sus movimientos son, de la alguna manera, seguidos por la pareja que la ha denunciado. La mujer señaló que, tras su etapa de trabajadora de una discoteca para hacer pasacalles, se recicló como artesana. Para ello puso en marcha, y por consejo del Consell, un taller que abría sólo dos horas al día «Tuve que cerrarlo. Cada día venía la policía por una denuncia. Todo esto que estoy viviendo en surrealista», manifestó.