El hallazgo en el maletero de un auto del cadáver de Mohamed, un niño bosnio de 4 años secuestrado en el centro de registro para peticionarios de Berlín, golpeó este jueves a Alemania como exponente de la indefensión de un menor en medio del drama colectivo de los refugiados.
El rostro del pequeño era conocido en todo el país, ya que tras su desaparición de ese centro -el 1 de octubre- su foto había sido difundida por la policía, junto con las imágenes de vídeo captadas por las cámaras de vigilancia, andando de la mano de un hombre.
A la policía y fiscalía de Berlín les correspondió este jueves informar, en una breve comparecencia ante los medios, de que el cadáver hallado este jueves en un maletero, medio cubierto de arenilla para gato, era el de Mohamed.
Poco antes, la edición digital del popular diario «Bild» había avanzado que había sido detenido un hombre, de 32 años, como presunto autor del secuestro y muerte del menor.
El portavoz policial confirmó esa noticia y añadió que se había localizado al sospechoso en Jüterbog, en el estado de Brandeburgo (circundante a Berlín), después de que su madre llamara a la policía informando de que su hijo le había confesado ser el autor del secuestro.
Hasta donde se sabe, no hay un trasfondo ultraderechista, se cree que fue una acción individual y no constan antecedentes penales del sospechoso, que no opuso resistencia y se mostró cooperativo.
Admitió su acto ante la policía al ser detenido en la casa donde vivía con su madre, tras lo cual se halló el cadáver en su maletero.
El fiscal instructor, Michael von Hagen, no pudo precisar aún las circunstancias en que se produjo la muerte del pequeño, aunque sí informó de que no fue «ni hoy ni ayer», sino «hace un tiempo».
Se hicieron así realidad los peores pronósticos que rodeaban el caso de Mohamed casi desde que se difundieron su foto y el vídeo del día de su desaparición, en un momento en que su madre le perdió de vista entre la aglomeración del centro de registro.
La familia, originaria de Bosnia-Herzegovina, reside desde hace un año en Alemania y ese día habían acudido ahí la madre, de 28 años, con Mohamed y dos hermanos más a regularizar su situación.
La policía recurrió a la colaboración ciudadana y se ofreció una recompensa de 20.000 euros a quien diera pistas sobre su paradero.
Se habían recibido ya unas 350 informaciones relacionadas con Mohamed, hasta que finalmente este jueves se produjo el aviso de la madre del sospechoso.
Las circunstancias de la muerte de Mohamed están por aclarar, así como los móviles de su secuestrador. Por el momento, su caso añadió este jueves un rostro de niño al drama incesante de los refugiados.
La noticia de su muerte se produce en un momento de fuertes tensiones en torno a la acogida de los refugiados y también de alarma por los ataques contra peticionarios de asilo, además de trifulcas entre residentes de albergues absolutamente colapsados.
Se estima que Alemania habrá recibido hasta final de año entre 800.000 y un millón de solicitantes de asilo, frente a 200.000 en 2015.
Hasta finales de octubre, según estimaciones policiales, se han producido unos 600 ataques atribuidos a la ultraderecha contra alojamientos de refugiados -entre centros ya habilitados para ese fin y otros en construcción-.
El cómputo es especialmente revelador en la comparación con el total de ataques del año anterior -unos 200- y se ha disparado en los últimos meses, en los que se han producido más de la mitad del total de agresiones.
Ello ha disparado las alertas de los poderes locales y los «Länder», que reclaman más fondos para hacer frente a su acogida, mientras aumentan las tensiones en la coalición de la canciller Angela Merkel, a la que sus aliados de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) exigen frene la llegada de refugiados.
La situación en la frontera entre Austria y Alemania es insostenible, advertía hoy un portavoz policía del puesto de Passau, Heinrich Oenstein, para el cual es «cuestión de tiempo, que muera aquí de frío el primer bebé».