Hacía sol y el mar estaba calmado para salir a navegar. Al rededor de ocho personas más los instructores que las acompañaban, esperaban ansiosas la inmersión. Sin embargo, para ello hacía falta un pequeño curso, más bien una explicación, sobre los elementos que componen el equipo completo. Asimismo, enseñaron el lenguaje de signos que se debe utilizar para comunicarse debajo del agua y ofrecieron unas pautas a seguir de respiración para no encontrar problema alguno.
El descenso se organizó en parejas y cada cliente contaba con la supervisión de un buceador experto. «Si utilizamos este protocolo, cada persona tiene la seguridad de contar con un profesional que cuida de él, de este modo las decisiones de riesgo se minimizan», comentó Paulo Ramos, gerente y propietario de Scuba Ibiza, junto con Yaqui Mennes. Los dos son parte de los buceadores expertos que suman un total de nueve personas dentro del centro de buceo.