Rodrigo Pedreira (Buenos Aires, 8 septiembre de 1979) es un actor y coreógrafo al que le ha llegado la fama con el papel de Gregorio, el malo de Violetta, la serie que triunfa en todo el mundo. Sin embargo, en la vida real este argentino que ha interpretado a Juan Pablo II en el musical Pasos de Amor y que ha protagonizado con Hector Alterio Fermín, Glorias del Tango, no tiene ni un rastro de los malos que marcan recientemente su trayectoria. Al contrario. Es una persona afable, cercana y con inmensas ganas de transmitir su vocación por la intepretación. Su próxima parada será en el Centro de Creación Joven C19 de Vila, donde impartirá esta tarde las 18,00 y mañana a las 11,00 y a las 19,00 horas un taller de baile organizado por GenerArte Ibiza.
—¿Qué viene a hacer a Eivissa?
—Vengo a dar un taller de baile basado en la coreografía de Violetta y en mi personaje de Gregorio, el malo de la serie. Pero también quiero transmitir un mensaje.
—¿Un mensaje?
—Sí. Me gusta sentarme y hablar con los chicos durante la última media hora para transmitirles que la base de todo es el estudio y el esfuerzo y que sin estas dos cosas es muy difícil conseguir los sueños que se persiguen. Aprovecho que soy famoso para que me hagan más caso.
—Eso es muy importante.
—Pienso que sí. Deben saber que los valores son más importantes que alcanzar la fama y que deben de agradecer a sus padres y profesores que les den tantas oportunidades en la vida. Es ir poniendo semillas para que cuando sean mayores sean mejores personas.
—¿Usa su ejemplo?
—En parte. Yo comencé en la interpretación hace casi 20 años y antes de llegar aquí pasé por muchos castings y lloré mucho porque no me daban papeles. Afortunadamente mi vocación y mis ganas de triunfar impidieron que me desanimara.
—Ese también es un buen consejo.
—Por supuesto. Siempre les digo a los chavales que no se dejen vencer y que luchen por sus objetivos. Cualquier profesión, sea cual sea, le elige a uno y hay que pelear para trabajar en tu vocación.
—¿Cómo llegó entonces usted a Violetta?
—Por casualidad. Yo interperetaba en 2011 al Capitán Von Trapp en Sonrisas y Lágrimas cuando mi representante me dijo que había un casting de una nueva serie de Disney. Y allí que fui sólo habiendo visto alguna película de refilón con mis sobrinos. Hice una prueba para el malo de la serie y me olvidé por completo. Y al cabo de dos meses, cuando ya ni me acordaba me dijeron que me habían escogido.
—Desde entonces, ¿le ha cambiado mucho la vida?.
—Por supuesto, aunque los primeros días fueron de locura ya que grabamos 80 capítulos sin que se emitieran. Luego todo fue creciendo y casi sin darnos cuenta ya teníamos un gran éxito en Italia, España, Latinoamerica e incluso Asia.
—¿Está orgulloso de su personaje?
—Claro, lo siento casi como mío. Lo he ido amoldando y le he añadido mi propio humor. Además creo que Gregorio, a pesar de ser el malo se hace querer. Lo único que me sigue chocando es verme hablando en polaco, japonés o israelí (risas).
—¿No tiene miedo a encasillarse?
—Es un riesgo, pero hoy se acaba la tercera temporada y con ello Violetta como serie dice adiós. De todos modos yo he hecho trabajos en Argentina, Italia y en Londres, donde he prestado mi imagen para una producción de animación histórica. No quiero que los niños me sigan asociando con Gregorio cuando tenga 65 años.
—La última. ¿cuál es el secreto de Violetta?
—Primero tener a su disposición toda la maquinaria de promoción de Disney. Después estar muy buen hecha, y luego, y tal vez lo más importante, contar la historia de una joven que demuestra a todo el mundo que los defectos no son importantes para conseguir un sueño.