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Txema Brotons: «Los barcos y el ruido pueden acabar con los cachalotes en el Mediterráneo»

Imagen de archivo del biólogo marino y presidente de Tursiops, Txema Brotons. | Arguiñe Escandón

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El biólogo marino y fundador y presidente de la asociación Tursiops ofrece hoy viernes a las 19.00 horas en las instalaciones de Es Nàutic de Sant Antoni la conferencia Una cultura amenaçada: catxalots de les Illes Balears.

Según explicó ayer el propio Brotons a Periódico de Ibiza y Formentera la charla ha sido organizada por los miembros de les Reserves Naturals des Vedrà, es Vedranell i els Illots de Ponent y se engloba dentro del proyecto Nuestros delfines que ya fue presentado en octubre de 2017 en Ibiza. Un proyecto que, según sus palabras, «pretende medir el ruido que provocan las embarcaciones y su impacto en los cetáceos que habitualmente nadan en nuestras aguas mediante la instalación de tres micrófonos submarinos, conocidos como hidrófonos, en Es Freus, el Norte de Ibiza y la reserva natural des Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent».

Uno de estos cetáceos es el cachalote (Physeter macrocephalus), una especie que, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se encuentra en peligro en el Mediterráneo occidental. Txema Brotons aseguró que actualmente hay una población estable de unos 400 individuos que aprovechan nuestras aguas para alimentarse y aparearse con relativa tranquilidad y que, incluso, hay una especie endémica que podría llegar a perderse. «Los cachalotes del Mediterráneo son diferentes a los del Atlántico ya que los machos viajan solos y oscilan entre los 12 y los 13 metros y las hembras, que siempre nadan en grupo no llegan a los 11. Además, pescan a grandes profundidades y se alimentan de presas individuales y diferentes tipos de cefalópodos – invertebrados marinos incluidos dentro del campo de los moluscos –». Incluso, y lo que es más importante para este biólogo marino, «tienen su propio dialecto ya que usan unos clics ecolocalizadores diferentes a los que emplean otros ejemplares de otras zonas».

El peligro de las embarcaciones y el ruido

Para estudiarlos, la Asociación Tursiops puso en marcha hace unos años junto a la Universidad de Sant Andrews, en el Reino Unido, un proyecto bautizado como Balearic Sperm Whale (BSW) que, actualmente, se encuentra en su segunda fase. Gracias a los datos recopilados han detectado que los grandes peligros a los que se tienen que enfrentar diariamente los cachalotes a su paso por el Mediterráneo occidental son, fundamentalmente, la velocidad y las hélices de los barcos de recreo, cargueros u otras embarcaciones pesadas, y las redes de deriva, sobre todo en la zona de Italia, que arrastran consigo a los cachalotes que son incapaces de deshacerse de ellas. «Se han criado en la gran libertad que da la amplitud de los océanos y eso, unido a que son animales acústicos que se guían casi exclusivamente por su oído, hace que cuando salen a respirar a la superficie unos quince minutos cada hora estén relajados y no presten atención a la presencia de barcos hasta que ya es demasiado tarde, no tienen tiempo de retirarse y mueren atropellados».

Además, al igual que sucede con otros cetáceos como los delfines, otro de los graves peligros con los que tienen que lidiar es el ruido. Según Brotons es «el gran desconocido a pesar de suponer una de las mayores agresiones que sufren los animales que viven en el mar» ya que, entre otras cosas, en el agua el sonido viaja cinco veces más rápido y mucho más lejos que en el aire. No en vano, según Brotons «si se supera el umbral de dolor, los animales pueden sufrir cambios de comportamiento ya que dependen del sonido para buscar comida, encontrar compañeros y detectar depredadores».

Colocación de hidrófonos

Precisamente para estudiar todos estos peligros la asociación Tursiops ha puesto en marcha el programa, anteriormente citado, Nuestros delfines. Actualmente, está pendiente de conseguir la financiación necesaria para su perfecto funcionamiento. Por ello, Brotons, definió como «muy importante» la conferencia que impartirá este viernes en Sant Antoni. «La instalación ya se ha realizado pero para que los hidrófonos puedan funcionar correctamente y se puedan recabar todos los datos es necesario entre 12.000 y 15.000 euros y cómo hasta el momento se ha conseguido recaudar el dinero para dos de ellos aprovecharemos para hacer un llamamiento para que instituciones públicas y empresas privadas aporten su granito de arena y no dejen que se pierda el tercer hidrófono en el mar antes del mes de abril».

Concretamente, según Brotons, estos hidrófonos «son unas piezas cilíndricas que tienen unos 18 centímetros de diámetro y unos 80 centímetros de largo, con un ordenador y un disco duro con una memoria de mil gigas que va grabando todo lo que sucede a su alrededor con un protocolo establecido de tres minutos cada quince, obteniendo así cuatro muestreos a la hora». Para ello, tiene una batería para 108 días «aunque la intención es descargarlos cada tres meses y evitar que fallen».

Colocados a unos cuarenta metros de profundidad y flotando a unos dos metros del suelo, los hidrófonos recogerán el ruido que provocan las embarcaciones y la actividad cotidiana de los cetáceos a su paso por Ibiza y Formentera. Algo que, según el presidente de Tursiops, será de vital importancia para poder poner en marcha el protocolo correspondiente. «Mientras no consigamos describir el problema perfectamente no podremos dar con la solución exacta o, al menos más adecuada, para conseguir reducir el alto índice de mortalidad de cetáceos en aguas pitiusas».

De ahí también que la elección de los lugares donde se han colocado estos micrófonos ha sido analizada al detalle por el equipo que coordina Brotons. «Es Freus es el lugar de toda Ibiza y Formentera donde posiblemente haya mayor impacto medioambiental por ruido, en la reserva natural de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent el impacto es medio, y en el Norte de Ibiza, casi es mínimo, porque es una de las zonas donde menos afluencia hay de grandes embarcaciones».

Precisamente Es Freus ya fue tristemente destacado en 2007 como uno de los lugares con mayor índice de contaminación acústica del archipiélago balear junto a la bahía de Palma por un programa medioambiental y un estudio presentado en Formentera por la Obra Social La Caixa. Un programa que, por cierto, ya alertaba de que la situación del archipiélago balear «era muy parecida a la de zonas de alto tráfico marítimo como el Estrecho de Gibraltar o Canarias».

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