La protagonista de 'Moulin Rouge' ha confesado que superar la ruptura con el también actor Tom Cruise fue casi una 'misión imposible'. Pero ahora, feliz y contenta con su nominación a Oscar por 'Bajo la madriguera' y su reciente maternidad se siente con fuerzas para echar la vista atrás y enfrentarse a sus fantasmas.
Según ha publicado 'Usmagazine', hace 10 años Kidman pasaba unos momentos muy malos como consecuencia de su divorcio con Cruise, padre de sus dos primeros hijos. Esto coincidió con el rodaje, el 2002, de la película 'Las Horas' y todos estos factores provocaron que el estado anímico de la actriz se viera seriamente afectado.
«Estaba muy deprimida y pensé que no podría superarlo. Incluso estuve a punto de dejar el rodaje pero los productores no me lo permitieron así que tuve que ser más fuerte que todo esto y seguir adelante. Creo que conseguí aprovechar mi agitación interior para mejorar mi interpretación», explica Kidman.
Aún así, dar vida al triste personaje de Virgínia Wolff le valió la nominación a Oscar a la Mejor Actriz, estatuilla con la que consiguió finalmente levantarse y que, en gran medida, consiguió devolverle la sonrisa. «Valoro la fuerte insistencia que a veces muestran los directores pero no es una calidad (la insistencia) que necesite en un marido», destaca al hablar de su anterior matrimonio. Actualmente la australiana alaba el trabajo de su ahora exmarido en el largometraje 'Eyes Wide Shut'; «estuvo extraordinario».
Pero los fríos días de invierno parecen haber pasado para una actriz que vuelve a saborear un momento dulce, tanto a nivel profesional como personal. «Cuando anunciaron que estaba nominada todos empezamos a saltar alrededor de la mesa de la cocina, este es mi recuerdo». Ahora la mayor preocupación de Kidman es escoger un vestido con el cual pisar elegante la alfombra roja y disfrutar de los primeros días de Faith, su recién nacido bebé.