El duque de Palma, Iñaki Urdangarin, descargó en su exsocio Diego Torres toda la responsabilidad en el entramado societario del Instituto Nóos, que les convirtió en millonarios al facturar casi 17 millones de euros entre 2003 y 2007, y también se desvinculó de las tarifas acordadas en los convenios con Balears y Valencia, pagados con dinero público, y del trasvase de facturas entre las mercantiles ‘satélites' de Nóos.
También, apartó a su esposa, la infanta Cristina de la causa al asegurar que su papel solo fue testimonial. En la maratoniana declaración que el yerno del Rey realizó ayer en calidad de imputado ante el juez José Castro, el equipo al completo de la Fiscalía Anticorrupción, integrado por Pedro Horrach, Juan Carrau y Miguel Ángel Subirán, las acusaciones particulares y medio centenar de abogados, se profundizó sobre los indicios.
Urdangarin, asistido por el letrado barcelonés Mario Vives, negó de plano que él hubiera utilizado el Instituto Nóos con ánimo de lucro y también, como sociedad matriz de otras cinco mercantiles.
«Gente de mi nivel»
Dijo que su papel se reducía a captar inversores, y que no entraba en los términos económicos, aunque admitió que Nóos logró convertirse en adjudicatario de dinero público y privado gracias a sus gestiones. Según el duque, él se limitaba a hablar con «gente de su nivel». El resto de gestiones las llevaban a cabo los administradores de la empresa, Diego Torres y los hermanos Tejeiro. La insistencia del duque a desvincularse de la parte económica llevó a que el juez Castro le advirtiera que tendría que citarle de nuevo, incluso para un careo, cuando Diego Torres «se digne» a contestar al juez.
Lo que sí confirmó el imputado es que en 2006, y cuando el negocio marchaba viento en popa, el rey Juan Carlos, le conminó a abandonar el Instituto Nóos, orden que él acató de inmediato. Según consta en el sumario, fue el conde Fontao el que actuó como emisario de la Casa Real. Con esa base, el duque se desvinculó de cualquier gestión en Nóos a partir de esa fecha. Aquí el juez volvió a reprender al encausado ante las sospechas de que sí mantenía una vinculación con la entidad. El magistrado usó a la infanta Cristina como ejemplo: «Si nos fijamos en quién figura y quién no, tendría que llamar a su esposa que sí consta como socia de las empresas», en concreto de Aizoon.
El juez Castro inició el interrogatorio inquiriéndole por la manera en la que tenía que llamarle, «Iñaki» o «Ignacio», recordando que ya tuvo un problema semántico con el expresidente del Govern, que insistió en que dirigiera a él como «Jaume» y no «Jaime». La respuesta del exjugador internacional de balonmano fue rápida: «LLámeme como quiera».
A lo largo del interrogatorio, el abogado de Urdangarín, Mario Pascual intervino en dos ocasiones. En una de ellas pidió a su cliente que reconociera una firma suya en un fax en el que consta una de las ofertas para el contrato de medición de audiencias del equipo ciclista. El duque dijo que no era suya. En otra protestó porque se preguntara al duque sobre declaraciones de otros imputados.