Ana Escandell Roig es de Sant Miquel y trabaja como patrona de barco en una naviera pitiusa. Durante sus vacaciones de cuatro meses al año viaja a China con su pareja Fernando. Hace años que se quedó prendada de este país asiático y vuelve cada año de vacaciones. «Tenemos alquilado un piso a las fueras de la ciudad de Guangzhou, en Xintang. La ciudad de Guangzhou, también conocida como ‘cantón, tiene un área de 7.400 kilómetros cuadrados y una población de 14.900.000 habitantes. Tiene 11 distritos y en el que residimos durante cuatro meses al año se llama Zhengcheng», explica a Periódico de Ibiza y Formentera esta ibicenca desde Guangzhou, la tercera ciudad más grande de China después de Beijing y Shangai.
Ana y Fernando no recuerdan con exactitud cuándo empezaron a surgir las primeras inquietudes sobre el coronavirus en Guangzhou, pero sí que recuerda bien que el pasado 23 de enero entró en cuarentena Wuhan.
«Fue un poco antes del Año Nuevo Chino, que fue el 25 de enero. Tenemos unos amigos que fueron a pasar esta fecha a su ciudad natal, Anlu, cerca de Wuhan, y, al hablar con ellos, nos dijeron que toda la provincia de Hubei había entrado en cuarentena. A día de hoy, siguen en cuarentena», explica Escandell, quien quiere transmitir a quien lea este artículo que la COVID-19 «no es una gripe común; no se cura con un simple paracetamol. La gente se tiene que proteger con máscaras, ya que no pueden saber si alguien a su alrededor está infectado o es portador. Hay que evitar las aglomeraciones de gente. Quizá a uno mismo no le importe coger el virus porque sea joven o inconsciente, pero el problema quizá no lo tengan ellos; el problema sería si lo transmiten a personas más vulnerables y con pocas posibilidades para afrontar el virus, como las personas mayores. Cuando uno está infectado y pasa a estado crítico, lo ponen en aislamiento y eso significa que nadie puede estar con él o ella, significa que nuestros seres queridos estarán solos. Hagamos caso de las recomendaciones ahora que podemos».
Férreo control
Ana y Fernando no han estado en cuarentena, pero afirman que «el control es muy estricto. Cuando sales a la calle no puedes hacerlo sin mascarilla, te toman la temperatura allá por donde vayas, ya sea el bus, el metro o los mercados».
Según explican estos ibicencos, la presencia de coronavirus en el país asiático les afecta «en todo. Hemos pasado de poder salir y hacer vida normal a estar 24 horas en casa con todo prácticamente cerrado. Se quedó abierto un supermercado en el que podías comprar alimentos y alguna farmacia y todo lo demás se cerró. Los restaurantes únicamente atendían pedidos a domicilio».
En la zona donde residen ellos, a las afueras de la ciudad de Guangzhou, actualmente está «prácticamente casi todo abierto. Sólo permanecen cerrados los establecimientos que pueden reunir a un gran número de personas, como el cine, las discotecas o bien los SPA», aunque precisó que en Guangzhou centro siguen «muchos comercios cerrados».
Si bien poco a poco se va recobrando la normalidad, Escandell relata que las medidas de control de temperatura «siguen allá por donde vayas. Es obligatorio llevar mascarilla y, además, ahora te hacen rellenar un formulario donde pones la hora, la temperatura corporal que ellos te han tomado, datos del pasaporte o ID si eres chino y un número de móvil. Estos formularios nos los hicieron rellenar cuando fuimos al banco y en los restaurantes; ahora puedes ir a comer a los restaurantes pero limitan el aforo».
Desde hace unos días, han empezado a abrir comercios, bancos, peluquerías, restaurantes, esteticistas «y ahora nos hacen rellenar un pequeño formulario en el que pones la hora a la que entras, te toman la temperatura, los datos del pasaporte y el número de móvil y es imprescindible llevar mascarilla».
Las mascarillas
Para obtener una mascarilla, los residentes las consiguen a través de una App «donde las puedes reservar y te las dan gratis en las farmacias y, si no eres residente, las puedes comprar en tiendas de comestibles; en grandes supermercados no las venden».
Esta ibicenca cuenta que las fábricas del país ya han empezado a abrir «y ahí el control es mucho más estricto. Antes de abrir y que los trabajadores se desplacen a la fábricas pasan unos inspectores del gobierno y supervisan que las nuevas medidas para la prevención del coronavirus se apliquen, como zonas de trabajo individuales y separadas por mamparas o zona de control de temperatura. Además, está estrictamente prohibido el acceso a visitantes».
Prevención
Esta pareja toma como medidas preventivas en su día a día, además de ponerse la mascarilla siempre que salen de casa, ventilar cada día su domicilio y lavarse las manos «con más frecuencia de lo habitual».
«En los supermercados y las farmacias, donde hay mayor movimiento de gente, los trabajadores aparte de usar las máscaras usan pantallas que les protegen la cara o gafas, guantes de látex y una especie de chubasquero que les cubre el cuerpo. También hay algún ciudadano chino que usa guantes y gafas al salir de casa, pero son pocos».
El control de la pandemia les afecta a la hora de desplazarse. Por el tipo de visado que tienen «debemos salir de China cada 60 días y, desafortunadamente, nos tocó salir a mediados de febrero».
Fue entonces cuando se encontraron con «todo tipo de trabas; no podíamos ir a Hong Kong porque habían cerrado la frontera con China, no podíamos coger un Uber porque no podían circular por las carreteras sin un permiso del gobierno. Llamamos al consulado español para preguntar cómo podíamos hacer y si podíamos salir por Macao, pero lo desconocían. Al final decidimos probar por Macao, cogimos el metro desde Xintang a la estación de tren que conecta con Guangzhou con Macao y, al llegar allí, tuvimos suerte ya que la frontera con China no estaba cerrada».
Ana y Fernando tenían el viaje de vuelta a Ibiza previsto para principios de abril. «Acabamos de recibir un mail de Qatar Airlines en el que nos comunican que seguirán sin operar con China hasta finales de abril. Ahora veremos cómo hacemos. Posiblemente, desde Hong Kong pasando por una cuarentena de 14 días».
Ana Escandell tiene claro falta información a la población sobre la magnitud de la pandemia.
«Para nada pienso que se esté transmitiendo la información necesaria para prevenir la propagación de la pandemia».
Siempre protegida
Escandell se muestra «sorprendida» cuando lee en las noticias de los contagios que hay en España «y siguen sin recomendar el uso de las máscaras, cuando en China fue una de las primeras medidas preventivas que se tomaron para evitar el contagio. Y ya no hablo de tomar la temperatura en puertos, aeropuertos y transporte público... y lo más indignante es que nos quieran convencer de que la gripe común mata a más gente que el coronavirus. ¿Cómo se pueden comparar si todavía no hay datos reales sobre el efecto de la COVID-19?», reflexiona Escandell, quien afirma estar bien de salud y que ha mantenido una comunicación constante con su familia «y esto ha hecho que ellos estuvieran tranquilos aún sabiendo que estábamos en zona con riesgo de contagio».