Cala d'Hort. Para Ricardo Álvarez, esta playa siempre será su lugar favorito en el mundo. Justo aquí están enterradas las cenizas de su padre. «Siempre nos sentimos ligados a este increíble lugar. No podía descansar en ningún otro sitio de Ibiza», destacó, lleno de nostalgia, Ricardo.
Han pasado varios años desde que su padre falleció por un cáncer de pulmón, pero este joven ibicenco todavía recuerda cómo vivió los últimos meses de la enfermedad y el dolor que sintió al mirarlo postrado en una cama día tras día.
«El cáncer ya estaba muy avanzado cuando lo detectaron. Los médicos estuvieron meses diagnosticándole una ciática cuando ya tenía metástasis por todo su cuerpo», subrayó con frustración.
Implacable
En este sentido, Ricardo relató que, en apenas cinco meses, la enfermedad avanzó tan rápida e implacablemente que todos los momentos a su lado se convirtieron en instantes irrepetibles que jamás olvidará.
«Semanas antes de fallecer me dijo que iba a hacer todo lo posible por recuperarse. Quería hacer conmigo el Camino de Santiago. Nunca olvidaré ese rayo de esperanza que brilló en sus ojos justo en ese momento», señaló Ricardo con impotencia al acordarse de aquellos últimos meses. Ricardo es consciente de que el diagnóstico tardío y la falta de recursos aceleraron la muerte de su padre.
Ricardo Álvarez en Cala d'Hort, lugar donde enterraron las cenizas.
«El tumor se extendió a sus huesos, se debilitó y sufrió muchos dolores en la cadera», explicó.
En este sentido, afirmó que si su padre no llega a vomitar sangre una noche, se hubiese ido sin saber que padecía cáncer.
«Hace unos años, en el Hospital Can Misses, donde trataron a su padre, no tenían ni medios personales ni materiales. Esta realidad generó un mal diagnóstico que agravó su enfermedad», señaló decepcionado.
En este sentido, Ricardo lamenta que esta situación se esté extrapolando al presente. «Me duele, a día de hoy, leer en la prensa que los enfermos oncológicos se quejan del servicio sanitario. Veo que continúan existiendo tanto el aplazamiento de pruebas diagnósticas como la suspensión de tratamientos», puntualizó este joven ibicenco.
«Optimista»
No obstante, según Ricardo, todos esos recuerdos dolorosos son mitigados por una sola imagen: la fotografía de su padre riendo en la terraza de unos de sus bares preferidos.
«Era muy optimista, incluso en los peores momentos de la enfermedad», subrayó. «Así es como lo quiero recordar siempre, alcanzando por un instante esa difícil y anhelada felicidad », destacó Ricardo algo emocionado.