Grande. Muy grande. Enorme. Estratosférica. Así fue la actuación de la UD Ibiza contra el FC Barcelona en la tarde-noche de este miércoles. El equipo ibicenco tuteó al todopoderoso Barça, líder y campeón de Primera División, en un estadio de Can Misses donde no cabía ni un alfiler. El conjunto celeste dio una lección de pundonor y le llegó a ganar la partida tácticamente a su rival durante buena parte del partido. Y eso, hablando de un conjunto que milita en Segunda B, no es precisamente poco, sino todo lo contrario. Los unionistas se adelantaron en el marcador; se fueron al descanso por delante; dejaron a los azulgrana sin disparar a puerta durante dos tercios del choque, y no fue hasta el tiempo de descuento cuando hincaron la rodilla por 1-2. Fue un doloroso e injusto final para el arduo trabajo de una escuadra que se dejó el corazón en el campo y que despertó sentimientos que no se vivían en la isla.
Planteamientos
El nuevo formato copero obligó a Quique Setién a tirar de sus pesos pesados. No estaba la cosa como para hacer demasiados experimentos en Can Barça y el nuevo entrenador azulgrana plantó sobre el césped prácticamente todo el arsenal del que dispone ahora mismo. Es cierto que Messi, Busquets y Piqué no fueron convocados, pero en la alineación figuraba el resto de cracks. Eso sí, hubo un par de novedades. Jugó con un 3-5-2 y un solo central en la retaguardia: el francés Lenglet.
Por parte del cuadro unionista hubo pocas novedades. De todos es sabido que Pablo Alfaro suele realizar apenas un par de cambios partido tras partido y que tampoco dispone de una plantilla excesivamente amplia. Eso, sumado a las bajas –se confirmó la de Rubén–, hacía presagiar un once como el que salió a la luz una hora antes del choque, que fue el mismo que ganó al Rayo Majadahonda con el único cambio de Javi Lara por Sibo.
Si a alguien le quedaba alguna duda de con quién iba la grada, le empezó a quedar claro en el calentamiento. Silbidos a los azulgrana y aplausos para los celestes. Como tenía que ser. Lo mismo sucedió cuando cantaron las alineaciones por el altavoz.
Lo que nadie –o casi nadie– podía imaginarse es que, encima, los unionistas iban a prolongar la fiesta adelantándose en el marcador. A los nueve minutos, Javi Lara habilitó por la izquierda a Raí, que hizo el pase de la muerte para que Javi Pérez apareciera desde la segunda línea para lanzar un disparo que, tras rebotar en Caballé, se introdujo en la red. Seis mil quinientas gargantas se fusionaron al unísono para cantar el gol. Alguno se frotaba incluso los ojos. No; no era un sueño.
El Barça se estaba viendo sorprendido y la grada no tardó en recordarle cuál había sido su gran error. «¿Dónde está Leo Messi? ¿Leo Messi dónde está?», retumbaba en el estadio. Los aficionados llegaron a cantar poco después otro gol, esta vez de Ángel Rodado. Sin embargo, el árbitro anuló el disparo cruzado a la red del pichichi del grupo I de la categoría de bronce por una falta sobre Lenglet para indignación de los allí presentes.
El fútbol del conjunto de Quique Setién era como el latido de un muerto en Can Misses: inexistente y plano. Su dominio del balón no le llevaba absolutamente a nada. Su juego era insípido, soso como un caldo sin jamón. Es más, incluso el Barcelona no pudo en ocasiones con la asfixiante presión de una UD Ibiza crecida y en tal estado de gracia que mereció incluso irse al descanso con una ventaja mayor. Pudo hacerlo cuando, en el 39, el palo obstaculizó un disparo de Raí, que había hecho lo más difícil al recortar a su marcador en el interior del área, y Neto sacó una mano milagrosa en el rechace que cazó Rodado. Increíble.
Cambio de guion
A la vuelta de vestuarios, el panorama no cambió demasiado. La UD Ibiza tenía claro qué hacer ante un cuadro visitante que tocaba y tocaba pero sin encontrar huecos en la férrea defensa local.
Setién movió el banquillo. El primero en entrar fue Jordi Alba en el 59 por un inédito Carles Pérez, una sustitución que acabó siendo clave. Un minuto después, el conjunto azulgrana probó a hacer su primer disparo en una falta de Rakitic que, encima, se estrelló en la barrera. No podían con los celestes.
El cansancio empezó a hacer mella poco a poco en las filas pitiusas. En los siguientes ocho minutos, los de Alfaro sufrieron dos nuevas aproximaciones de su adversario. Fati, que lanzó fuera, y, de nuevo, el centrocampista croata, con un disparo lejano que fue a manos del portero, lo intentaron sin suerte. Sí que acertó Antoine Griezmann en el 73. El francés mandó a la red un pase entre líneas de Frenkie de Jong para igualar la contienda y dejar helado Can Misses.
El técnico unionista trató de oxigenar a los suyos con la entrada paulatina de Diego Mendoza, Sibo y Carbia por Rodado, Javi Lara y Raí. Setién también buscó más precisión en el pase y algo más de punch con la entrada de Arthur y Vidal.
El encuentro parecía abocado a la prórroga. Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada a la UD Ibiza. En el cuarto minuto de los seis se prolongación, el Principito evitó una posible catástrofe azulgrana y disipó el sueño de toda una isla. El ariete francés aprovechó una asistencia de Alba para penetrar en el área y superar a Germán. No hubo tiempo para más y el ‘Ibizazo' se quedó a las puertas de tomar forma. Fue el final más cruel para un cuadro pitiuso que, diga lo que diga el marcador, salió ganando, porque esto no es una derrota, sino el principio de una bonita historia. Grande, UD Ibiza. Grande.